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¿Cuál es la situación de Corrientes en esa Campaña de Cepeda contra los porteños?

La participación de los correntinos en aquellas acciones es poco significativa. No así el componente indígena de los artiguistas, que con Pedro Campbell a la cabeza, según algunos fue la cuña de caballería que conduce al triunfo en aquella batalla “de quince minutos”.


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Y estamos hablando de los guaraníes misioneros que acaudilla el irlandés, al punto que éste, desde Paraná, dos días antes de la firma del tratado del Pilar, oficia al Cabildo de Corrientes congratulándose del “feliz resultado de nuestra campaña en la banda occidental…Loor eterno al inmortal Artigas, único autor de tan grande obra” y exalta el papel jugado por las tropas “que tengo el honor de mandar”. Claro, todavía Ramírez no ha dado vuelta el poncho. Conocida su doblez, tras el anatema de Artigas, Campbell se muestra leal hasta lo último.

Como sabemos, al Protector lo apoyan las campañas y lo que Hernán Gómez denomina “las clases populares” de las localidades. El epicentro artiguista es Saladas. En Corrientes, la mayoría del patriciado urbano está en su contra, contenido por su fuerza armada, de la cual temen especialmente a Pedro Campbell, por su ruda personalidad, y porque procede contra ellos sin remilgos cuando es necesario.
La pérdida de prestigio militar de Artigas tras Tacuarembó, y sus propios intereses, motivan que el Tratado del Pilar les despierte expectativas, especialmente porque implica la posibilidad de sustraerse a la influencia del Oriental, y al margen de ésta, lograr quizá la contención de un grave problema derivado de la destrucción de las Misiones Occidentales por Chagas.
Es que, superando los anacronismos psicológicos que imaginan a los guaraníes misioneros como defensores de las fronteras, la conquista de las Misiones Orientales hacia 1804, priva a los indios de la llamada “Vaquería del Mar”, y por ende del grueso de sus existencias ganaderas y de sus campos de pastoreo. De esa forma, se desplazan hacia el oeste, hacia el río Corriente y más allá, entrando cada vez más en contacto y conflicto con los correntinos que asientan sus estancias en el mismo espacio geográfico. Luego de las invasiones, como señala Hernán Gómez, al patriciado “le preocupaba la conducta de los guaraníes de Misiones, que sin pueblos, sin ganados, destruidos en las invasiones portuguesas de Chagas, hacían cuestión de vida o muerte del problema de extenderse por la jurisdicción provincial, llegando hasta el río Corrientes, y en ese sentido partidas numerosas recorrían la campaña para desalojarla de la población correntina”.
Para informar sobre el Tratado y debatir la cuestión india, el Cabildo se reúne el 22 de marzo de 1820, y Juan Bautista Méndez, puede palpar que los artiguistas están en minoría, mientras que otros sectores optan por apoyar el Tratado presumiendo disponer de la autonomía que su proclama federalista exalta o, muy a tono con las tradiciones del medio, mantenerse a la expectativa mientras no estuviera claro hacia dónde se volcaba la situación.

PACTO DE ÁBALOS.

PACTO DE ÁBALOS.


Al propio tiempo, Artigas, que vivaquea en Ábalos, territorio correntino, con los restos de sus fuerzas, percibe la defección de Ramírez cuando Correa y Hereñú ocupan Concepción del Uruguay, López Jordán rechaza por innecesario un refuerzo suyo y Ramírez considera atentatorio a la soberanía entrerriana el envío de una fuerza para frenar el avance de una concentración portuguesa en la Banda del Uruguay.
Artigas, invita entonces a su campamento en Ábalos a los presuntos leales que le quedan: Méndez, un representante del Cabildo y los representantes de Misiones. Lo que Mantilla calificará después de “reunión de aduar”, aprecio que por Miguel Arigú y Francisco Javier Siti.
La convocatoria llega a Corrientes el 11 de abril, un martes, y revoluciona las deliberaciones del Cabildo, entre las tres tendencias delineadas. Finalmente, se resuelve apoyar al Protector, porque las fuerzas del artiguismo en Corrientes siguen incólumes, Campbell domina el río con su escuadrilla, y, sobre todo, porque habida cuenta del vacío del Tratado del Pilar, que no da cabida alguna a la provincia, pese a haber combatido en primerísima fila contra los porteños, a esas alturas, pocas dudas subsisten sobre las ambiciones ramirianas.
El Pacto de Ábalos se firma el 24 de abril de 1820, antagónico al Tratado del Pilar, pero con todo, es junto con él uno de los acuerdos preexistentes que en forma genérica menciona el Preámbulo de nuestra Constitución.
En realidad, es un acuerdo ofensivo – defensivo entre La Banda Oriental, Corrientes y Misiones, para guerrear bajo las órdenes de Artigas, asentándose que mantienen su autonomía para elegir sus gobiernos y su autarquía económica, todo ello bajo los principios federativos. Asimismo, se acepta bajo esos principios a cualquier otra provincia que quisiera integrar esa liga.
Inmediatamente, Corrientes se dispone a renovar sus autoridades, cuyos mandatos están cumplidos. Para mayor seguridad del artiguismo, Méndez convoca a un Congreso en la Villa de Saladas, el día 19 de mayo de 1820. Ése es el llamado “Cuarto Congreso Correntino”. El evento, concluye con la reelección de Juan Bautista Méndez.

ARTIGAS.

ARTIGAS.


A partir de allí, los acontecimientos se precipitan. Artigas, declara la guerra a Ramírez el 8 de mayo, logra reunir unos3.000 hombres, principalmente correntinos, y maniobra para apoderarse de Concepción del Uruguay, Ramírez, regresa desde Buenos Aires a enfrentarlo, rompiendo la marcha desde Paraná con una división de caballería, franqueando el río Gualeguay.
Las vanguardias chocan en Arroyo Grande. Los 1500 artiguistas al mando de Francisco Javier Siti, vencen a las fuerzas de Gervasio Correa, y Artigas entra en Concepción del Uruguay, que sus hombres saquean.
Ramírez, repasa el Gualeguay y se sitúa en Las Guachas, departamento Tala, donde el 13 de junio se libra una acción. Artigas queda en el campo de batalla y Ramírez se retira a Paraná. Allí se rehace con el apoyo de su aliado de siempre, Sarratea, que esta vez no sólo le repone el armamento, sino que lo refuerza con efectivos cuya médula son algo más de doscientos “cívicos” al comando de Lucio Mansilla, quien así entra en la historia del Litoral. Sumados a las 3 piezas de artillería de Ramírez y sus 700 jinetes, el 24 de junio enfrentan a Artigas en La Bajada, donde la línea de infantería de Mansilla y sus piezas, destrozan las cargas de los escuadrones artiguistas, dando lugar a que los coroneles de Ramírez, capitaneados por su medio hermano López Jordán, ataquen el vivac enemigo y completen la victoria.

RAMÍREZ.

RAMÍREZ.


En julio todo son derrotas artiguistas. Sauce de Luna el 17, Rincón del Yuquerí. El 22, poco después Mandisoví. Artigas se ve obligado a retirarse a Corrientes cruzando el Mocoretá. Allí, el 24, nueva derrota artiguista, el 25 de julio, Francisco Javier Siti, el antiguo teniente de Andresito, comandante interino de Misiones desde comienzos de marzo de 1820, se pasa a Ramírez. El 28, firma además con éste un acuerdo en Mocoretá, que reconoce al entrerriano al frente de Misiones, incluida Mandisoví. El 27 y 28 de julio, Ramírez derrota a Artigas en Las Tunas y Las Osamentas, y, finalmente ataca el Cuartel General de Artigas en Ábalos, y el 29 de julio lo bate por completo. Artigas logra huir con una docena de hombres, pierde toda su artillería, sus armas y municiones, 25 carretas, 500 bueyes y son tomados prisioneros sus mejores oficiales.
El 30 de julio, en la boca del río Corriente, la escuadrilla de Monteverde, puesta al servicio de Ramírez por Sarratea y Carrera, derrota por completo a las cañoneras y lanchas de Campbell. El río queda en manos del entrerriano.
El final de Artigas se produce el 20 de septiembre en Cambaí, que sitiada por sus 800 hombres y defendida por Siti con 600, es reforzada sorpresivamente por Piris, que derrota a los dragones de Matías Abucú.
Todo ha concluido, y perseguido de cerca por Siti y Piris, Artigas y los 150 hombres que le restan, se dirige al Paraguay.
El vencedor, se apresta a recoger el fruto de su victoria, Corrientes, y ése será el meollo de mi próxima nota.

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