Roque Escobar (30) tuvo una vida difícil. Arrancó con el cigarrillo a los 11 años y luego siguió con el alcohol, las pastillas y la cocaína. Si bien tenía una familia biológica, fue a vivir con una familia del corazón: allí conoció por primera vez una pelota de rugby.
PROGRAMA COMPLETO
“Con la familia del corazón vivíamos en una casa ubicada por calle Junín. A veces nos íbamos al campo, ellos tenían otros hijos que jugaban al rugby y yo solo miraba. Pensaba que ese deporte era de conchetos, que yo no encajaba”, dijo Roque en Alta Nota.
Luego de unos años, volvió a la calle y en ese momento inició un oscuro camino de drogas, alcohol y cárcel. “Comencé a delinquir, una cosa acá, otra allá. No trabaja, no tenía ingresos y comencé a robar para consumir”.
Recordó que lo primero que robó fue un teléfono celular y terminó preso. Así comenzaron los ingresos a la comisaría hasta terminar condenado a tres años de prisión. “Cuando estaba en la cárcel lo veía a Henry Gómez, uno de los coordinadores que buscaba a los jugadores y entrenaban ahí. Yo sólo veía”.
“Un día me animé, me acerqué y le pedí también para jugar”, recordó entre risas. “Me metí de colado en una lista y ahí arranqué a entrenar con los Jabalíes”.
Jabalíes pertenece a la Fundación Espartanos, una organización que funciona en todo el país y trabaja con personas privadas de su libertad en distintas Unidades Penales. Lo hacen a través de los valores del rugby, la espiritualidad, la educación y el trabajo.
Se brinda herramientas para que las personas puedan cambiar su vida, mejorar su relación familiar y reinsertarse en la sociedad.
MOTIVACIÓN
Roque contó en Alta Nota que su gran motivación fue demostrar que él podía ser otra persona. Que él podía dejar el pasado oscuro atrás pese a la poca fe que le tenían. “Yo escuché muchas veces que decían “vamos a ver cuánto le dura a este”. “Hoy no salgo, no fumo, no me drogo. Hace tres años estoy libre y limpio. Sigo jugando al rugby porque es lo que me gusta. Trabajo de albañil. Entro a las 7 y salgo a las 18. Me voy a casa y después a entrenar”.
El sacrificio de Roque tuvo sus frutos ya que comenzó a jugar profesionalmente en el Taraguy Rugby Club. Actualmente también se desempeña como preparador físico de los Jabalíes, el equipo que lo transformó.
EL SUEÑO DE SER CAMPEÓN
“El rugby me libera de todo, siento y pienso en ponerme la camiseta y salir campeón con Taraguy”, agregó Roque, muy comprometido con su sueño.
EL DEPORTE CAMBIA LA VIDA
Sergio Chabán, es entrenador de los Jabalíes, el equipo de rugby que se formó en la Unidad Penal N 1. “Este es un rugby inclusivo porque no solamente trabajamos con personas que están o estaban en la cárcel, sino también con otras personas que no tienen que ver con eso”.
Chabán estuvo en la cárcel desde 2014 al 2020 y asegura que desde el deporte se fomentan los valores, respeto, humildad, compañerismo, honestidad y perseverancia.
“Cualquiera puede ser parte del equipo. Hay que tener ganas de cambiar y modificar la actitud, en base a eso comenzamos con charlas con psicólogos sociales y todo el equipo. Con el deporte se aprenden los valores y vemos muchas transformaciones”, añadió.
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